y la cosa no terminó ahí

pero qué gran ciudad montevideo, la pucha. miguel, mi nuevo gran amigo uruguayo, me llevó de gira por todos los rincones que me faltaban conocer [view photos!]. fue así cómo descubrí el tótem, una genialidad de un flaco que cuando en una tormenta se cayó un árbol en medio de una plaza, agarró una motosierra y en vez de hacerlo leña se despachó con una de esas esculturas que te venden en la ferias hippies, pero ésta era real. ahí nomás había un museo. yo no soy de los que van mirando los cuadros con las manos en la espalda, pero igual cada vez que puedo visito uno. en éste había cuadros muy lindos. ¿se puede decir pintorescos sin que suene a chiste fácil? pintorescos, entonces [view photos!]. y atrás había un jardín japonés. pensar que en buenos aires viví a 10 cuadras de uno y no lo visité ni con el google earth. pero vaya a saber por qué, cuando uno está de viaje y aparece un jardín japonés, es como cuando tenés 12 años y te dicen Che y si nos tiramos por la barranca con el auto de tu mamá? también estuve en El Prado, un lugar muy parecido a los lagos de palermo pero sin los pedalines, y dicho sea de paso, sin los lagos, pero con un arroyo que la rompe. y como noviembre no tiene ningún feriado, elegí el 24/11 como el Día de mi primer asado uruguayo. y cuando digo asado, quiero decir en una casa, con picada y gente amiga, que es muy distinto a sentarse en un restaurant y pedir parrillada para 2. y completamente distinto a los de tipo tenedor libre, que son a los asados lo que ricardo arjona es a la música. antes de soltar amarras y partir hacia piriápolis, me gustaría escribir que además de miguel la pasé muy bien con susana, guido, alejo, claudia, eduardo, manuela, milagros, alfredo y maría. y de todas las cosas que me enseñó montevideo, me quedo con una que me salvó la vida: no se puede andar en monopatín con ojotas.