pasen y vean

el día que empecemos a hablar de las ciudades más agradables del mundo va a aparecer lisboa. agradable no compite ni con linda ni con mejor ni con imperdible. agradable es un lugar que te hace sentir bien. en 1755 sufrió un terremoto, después un tsunami y después un incendio que duró seis días. la gente en lugar de agarrarse la cabeza como cuando se corta la luz un par de horas decidió reconstruirla. hoy la ves y parece que 1755 no hubiese existido. te dan ganas, incluso, de usar palabras como maravillosa. recorriendo el castillo são jorge fui testigo de un acontecimiento histórico dentro del reino animal. un gato y un pájaro conviviendo pacíficamente en la misma foto [view photos!]. técnicamente no sé si un pavo real es un pájaro, pero un ave es seguro, con lo cual el hallazgo sigue siendo sorprendente. para equiparar proporciones habría que cambiar de felino, poner en su lugar digamos un tigre, aunque tal vez en ese caso no seguiríamos hablando de final feliz. otro hecho digno de incertidumbre son las baldosas de las veredas. si bien el misterio no está a la altura del triángulo de las bermudas, nadie me supo explicar por qué las hicieron tan resbaladizas. esto sumado a que la ciudad viene empinada, hace de lisboa una de las pioneras en el turismo aventura. haciendo equilibrio por una de esas veredas me topé con la mejor performance callejera que vi en mi vida. no cabe aclarar que no he visto muchas, porque así las hubiera visto todas seguiría estando primera. cualquier intento de mi parte por describirla es inútil, pero si van a lisboa pregunten por un hombre y una chica haciendo cosas increíbles. y ya que están allí por favor no dejen de ir a alfama, donde si salís a dar una vuelta manzana probablemente no vuelvas nunca, porque no existen las manzanas. tampoco las calles ni las veredas, solo escaleras que suben y bajan. éstas no son mecánicas, son de las lindas, a lo sumo con alguna barandita para que no se hagan torta los impuntuales. ahora que escribí torta voy a aprovechar para hablar de los pasteles de belem. se trata de una confitería con forma de lugar alucinante que desde 1837 viene preparando unos pasteles cuya receta es el secreto mejor guardado de todo portugal (no digan nada, es crema pastelera). y en vez de terminar el post con alguna frasecita simpaticona prefiero saludar con la mano desde el regalo más lindo que me hizo lisboa: mi primer tranvía.

2 comentarios :

  1. Buenisimo. Ahora las ganas de conocer Lisboa no me las saca nadie. Voy para allá. Chau.

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  2. me encanto lisboa. que lindo rememorarlo mediante tus letras. Gracias!

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