haceme reír

despertarte al lado de la chica con la que todo el estado de florida sueña y salir juntos para disney. así da gusto ser jueves. en el viaje me quedo dormido más de lo que debería, no tengo pasta de copiloto. recién me despabilo cuando leo walt disney world: el cartel me genera lo mismo que el ratón pérez a los chicos sin diente. no debe haber dormilón en el mundo que no madrugue a las 5 am con tal de ir a ver a los personajes que tanto lo divirtieron de chico, a excepción de los que no tuvieron tele o se les escurrió la infancia jugando al ajedrez. entrar a disney es volver a tener 9 años. es más, ahora que estoy acá me doy cuenta de que nunca dejé de tenerlos. si hasta las ligustrinas, de las que nunca fui muy amigo, posan para la foto con la forma del pato donald [view photos!]. epcot es el parque educativo y por ende -nobleza obliga- el más embolante de todos. yo me subí a un trencito en busca de emociones y resultó ser la versión feliz del tren fantasma, con tucu-tucus y perritos lassie. pero el viaje no fue en vano, claro que no. a bordo me enteré que la banana es la fruta más popular del mundo. es impresionante cómo te instruyen este tipo de parques, yo habría jurado que era la manzana. embriagados de conocimiento, nos fuimos a magic kingdom, donde el único que la pasa mal es que el está adentro del pato donald. convengamos que un traje de peluche no es el atuendo más feliz para esta época del año en orlando. aunque mientras lo sigamos abrazando para sacarnos fotos, esto no pinta que vaya a cambiar. el resto de la concurrencia lo pasamos bomba. le insisto a tata para que haga la fila así la maquillan como a una princesa pero siente vergüenza. no debería. las princesas son princesas todo el tiempo, no importa la edad. sé que allá esto suena recontra cursi pero en disney no, acá vale todo. el público va desde bebés a punto de nacer hasta viejas gruñonas, que putean porque la caverna está toda oscura, que no se ve una mierda y que se van a partir la columna en cualquier momento. afortunadamente la sangre no llegó al río porque la señora se dio cuenta de que en realidad llevaba puestos los anteojos de sol. la señora no fue la única que sintió miedo en disneyworld. un muchacho llamado hernán, hidalgo navegante de mares embravecidos y monstruos marinos, se llenó de preguntas cuando le tocó subirse a una montañita rusa que salpicaba agua de tanto en tanto. en una foto automática salió con la cara desfigurada por el horror, compartiendo el vagón con un matrimonio y dos niños. ahora en algún lugar del mundo hay una familia que se va a reír de mí por generaciones. y eso que ésa era la fácil, la jodida es space mountain. te suben a un carrito, te apagan la luz, y te empujan a 200 km/h. tata la hace con los ojos cerrados. dice que es por los lentes de contacto, pero yo tengo mis dudas. cerrar los ojos es como correr en un fórmula uno en segunda. abrirlos no te hace más valiente sino más miedoso. y sin ánimo de generar polémica, no creo que walt hubiese estado de acuerdo con este tipo de juegos. él sólo quería hacer feliz a los chicos. y yo no veo felicidad en la sensación de descarrilar en cualquier momento y estrolarte contra un puesto de merchandising. no sé, será que me estoy poniendo viejo. :(

4 comentarios :

  1. Así es Hernán... Te vas poniendo jovato !!! ¿O es que creías que los años solo pasaban para los demás?
    Un abrazo muy grande
    @GES

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  2. Jaja, estas re viejo, hasta en las fotos se te ven las entradas

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  3. Creo que al igual que todos preferis al pato Donald antes que al gay de Mickey.
    pero que viejo estas. casi no se te conoce

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  4. no no.
    lo de las fotos es pura ilusión óptica, la gente me sigue dando 20 años.
    y donald es un genio.

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