sin palabras

El Shamrock se fue a la playa en medio de un temporal. Tal vez algún día encuentre las ganas para contarle al resto lo que pasó, hoy necesito decir Gracias. Al Prefecto Borderre y a toda la Prefectura Nacional Naval de La Paloma por la ayuda y el apoyo impresionante antes, durante y después de que el Shamrock flotara sobre la arena. A Christian Maëlle del Tara Amangani por su sabiduría, experiencia y tenacidad para que el Shamrock saliera a la playa y volviera al mar de manera impecable; y a su mujer Christine. A Horacio y Leandro Bar del Rebelde por demostrarme una vez más lo que son capaces de hacer con tal de dar una mano. A Daniel Casanyes y su mujer por la hospitalidad sin límites. A Dominique, Magdalena y Sylvain del Lili por ser fundamentales en la maniobra y por las fotos que ilustran los momentos [ver fotos]. A Alejandro Dillon del Tabú, porque antes de que yo llegara a la orilla vos me estabas esperando con el agua por las rodillas y la voluntad por las nubes, y no paraste hasta ver mi barco flotando de nuevo, la promesa sigue en pie; y a Adalberto Rentería y Edgardo Peccia. A Guillermo Fox del Cenizo, por los consejos y la ayuda desde el vamos, y al resto de la tripulación. A las tripulaciones del Restinga, el Casablanca y el Sonho Meu por las ganas de colaborar en todo esto. A todos y cada uno de los anónimos que ese día fueron a la playa a tomar sol y terminaron reflotando un barco. A Sebas, Adrián, Gustavo y Eli de La Cachila por la misma magia de siempre. A Manuel Martínez y a todo el personal de Hidrografía La Paloma por la increíble predisposición. A Daniel Mosteiro, que de inmediato se ofreció de lleno para dar una mano en las reparaciones. A José Prieto que facilitó los medios para la varadaura del Shamrock. A Gabriel Fagui del Yacht Club Uruguayo por la ayuda ofrecida. A Luis y Virginia Camisani y Carlón Agüero del Kaiken, por el apoyo mucho antes y mucho después de que pasara lo que pasó, por preocuparse, por tanto cariño, por la fuerza, por todo. A Carlos Martínez Uria del Misteriosa, por refugiarme mientras el Shamrock estuvo inhabitable, por levantarme el ánimo. A Dario, Iván, Germán Camps, Gonzalo y Héctor Martínez del Yerro y Juan Carlos Franco, que llegaron más tarde pero me trataron como si hubiesen estado siempre. A mi familia y mis amigos que a la distancia estuvieron al lado mío en todo momento. Y a Dios. Un millón gracias.
Cuando termine de reparar mi barco seguiré viajando.